Al contrario de la lluvia
la nieve es silenciosa
sigilosa como un gato
blanco en el tejado.
Cae sutilmente y se desliza
derramando la luz
atrapada en las entrañas
de su intrincado brocado.
Uno a uno los copos
van creando fantasías
que deleitan a los ojos y
dejan las manos entumecidas.
Albo tapiz en el asfalto
en las ramas de los árboles
en las torres de las chimeneas
en las hojas aún verdes
y en el fuego apagado.
En silencio nos sorprende
su magia caprichosa
una sábana estirada
en el lecho de la vida
sin arrugas ni costuras.
Es una trampa para huellas
imposibles de ocultar
una vez que se ha pisado
su quebradiza geometría.
Es el aliento congelado
de la Tierra en el invierno
cuando se precipita
por la noche como
una cándida villana
y nos sorprende en la mañana
cuando abrimos las cortinas.
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