La luna mordió
el sueño del hombre,
el hombre adolorido la miró;
la miró para siempre
como si con el mordisco
le hubiera arrancado
el alma y el sueño.
Se quedó el hombre buscando
en las sombras, en los huecos
en las protuberancias arrogantes
que se alimentan de cada mirada,
como un lobo enamorado.
Herido en su sueño, sueña
que un día
de tanta contemplación
despertará
con las manos
llenas de verdades
que nunca quiso ver.
©Vicky Toledo
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