Llovió hoy más recio que ayer
las calles lucían desoladas, húmedas,
era la hora de la cena, mi madre llamó,
yo no tenía hambre, quería estar sola
distraerme un poco de aquel problema.
Salí de mi casa, caminé por la acera
me asomé en un charco que creó la lluvia,
en el charco reposaba una estrella
que por distraída se confundió de cielo.
Al verme tembló como tiembla
una niña ante lo desconocido,
comprendió su error,
yo me quedé quieta para no asustarla
pero fue ya muy tarde, ella titilaba
quiso esconderse pero se ahogaba
yo fascinada, olvidé mi pena
sumergí mis manos en el agua prieta
con todo cuidado, rescaté la estrella.
Al verse atrapada sintió tanto miedo
que su brillo eterno pareció extinguirse,
no temas le dije, solo quiero verte
secar esa lágrima que hay en tu rostro,
la estrella sonriendo me miró confiada.
Pronto volverás, le dije, a tu cielo hermoso
solo tomará lo que tarda en secar el charco.
En efecto, a la medianoche ya se había ido.
Yo volví a mi casa, con hambre
y sin recordar el porqué había salido.
©Vicky Toledo
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